La leyenda cuenta que lo conoció gracias a un amigo que tenían en común. Crumb y Pekar disfrutaban urgando en la basura que encontraban en las ventas de garage. Viejos vinyles de blues, chácharas y armatostes inservibles. Ahí comenzó todo.
Harvey Pekar tiene una percepción bastante peculiar. Es más bien del tipo ácido y amargado. Alternaba sus jornadas de trabajo escribiendo guiones para comics. En realidad lo que hacia era dibujar un monton de viñetas con monitos de palo. Pero lo que lo distinguía eran los diálogos. Una especie de monólogo en ratos esquizoide, en ratos pesimista, en ratos indiferente.
Pekar fue ilustrado por varios dibujantes. Al principio él mismo se financiaba sus libros, pero duraba meses con la sala de su casa atiborrada de cajas llenas de cómics. Poco a poco fue ganando terreno, hasta llegaron a publicar en distintos periódicos strips suyos. Incluso se hizo una película de su vida (American Splendor) en la que él aparece hablando de como es que empezó a desarrollar su incursión en el mundo del cómic underground gabacho.
Eso es demasiado, si no es que suficiente, para cualquier perdedor.
1 comentario:
Me gustó muchísimo, muchas gracias !
Publicar un comentario